Miedo. Es lo primero que se le pasa a muchas personas por la cabeza cuando piensa en ello. Otros entran en modo de parálisis por análisis porque buscan una seguridad que no existe.
Estamos hablando de cambios. No por definición son buenos ni malos pero muchas veces necesarios e inevitables.
No existe ninguna receta secreta para afrontar lo desconocido. El segundo mejor consejo que se puede dar es hacerlo con los ojos bien abiertos a pesar de sentir la necesidad de esconderse. Evitar cambios es provocar que las heridas tapadas con tiritas nunca se curen sino arriesgar una infección que genera un círculo vicioso de males mucho peores.
Mejor tirar con fuerza de ella. Puede que la herida te siga doliendo durante un tiempo pero la exposición al aire hará que pueda cicatrizar.
Mejor formar parte del cambio que arriesgar que te aplaste o arrastre. No hay que huir de él si ya lo estás viviendo.
Foto de Fotolia | @Avantgarde