Dar un euro si te lo piden.
Tener un detalle con un desconocido.
Empujar el coche para volver a arrancar.
Compartir tu comida con alguien que tenga más hambre.
Llevar a un desconocido en tu coche a su destino.
Todo esto son actos solidarios aleatorios. En los pequeños gestos está la grandeza de las personas. No es cuestión de seguir alguna religión para cuidar al próximo. Es un acto egoísta. Te hace sentir mejor porque has hecho algo por un tercero sin esperar nada a cambio. La vida no consiste en vivir tu propia vida de la mejor forma posible sino también en la forma en la que puedes influir en la de terceros.
Foto de Adobe Stock | @Guido Grochowski