Tienes una definición de éxito equivocada.
Buscas excusas en vez de asumir responsabilidad.
Te falta disciplina.
Tienes poca paciencia.
Eres demasiado exigente contigo mismo.
Te dejas guiar demasiado por terceros.
Intentas copiar una fórmula que no existe.
Vas por el camino equivocado.