Trabajar duro para lograr algo en la vida. Eso es una de las máximas con las que mis padres me han educado como niño. Tanto en sus palabras como en sus acciones me han recordado a diario a este lema familiar.
Es algo que llevo dentro. Es como un tatuaje invisible. Ha marcado toda mi vida. El sufrimiento es el peaje que hay que pagar por el camino. Tanto en lo personal como en lo profesional.
No te regalan nada. Todo te lo tienes que ganar a pulso o mejor todavía con sangre, sudor y lágrimas.
A pesar de que esto vaya como personalidad en los últimos meses ha cambiado mi perspectiva. Ya no estoy tan convencido de que todo tiene que pasar por sufrimiento.
- Uno puede ganarse la vida de forma más inteligente. No por trabajar más horas vivirás mejor. En ocasiones incluso es todo lo contrario. Trabajar es necesario. Sufrir no.
- Correr maratones te acorta la vida. Hacer deporte de forma regular de media intensidad te la alarga. O eso es la conclusión tras décadas de investigación de la ciencia.
Como con todo en la vida es cuestión de encontrar el equilibrio. Ni demasiado, ni demasiado poco. Eso es la conclusión obvia que me está cambiando el concepto equivocado del sufrimiento.
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