“No quiero.”
“No puedo.”
“Es demasiado complicado.”
Henry Ford dijo una vez. “Tanto si crees que puedes como si no, tienes razón”. En ocasiones hacemos cosas en la vida que nos cuestan.
Queremos trabajar de forma concentrada.
Queremos hacer más ejercicio.
Queremos asumir riesgos.
El mensaje en la mayoría de los casos es todo lo contrario. La voz interna dice justo lo contrario. A partir de ahí nuestro cerebro entra en razonamiento para hacer lo que (supuestamente) queremos.
Buscar distracciones.
Sentarnos en el sofá y descansar.
Evitar riesgos a todo coste.
La solución por suerte también es sencilla. Hablarle a nuestro cerebro para que nos apoye mejor en lo que buscamos.
“Quiero centrarme y sacar este trabajo adelanta sin distraerme.”
“Quiero estar en forma”.
“Quiero probar cosas nuevas.”
Evidentemente el cambio no es total y requiere entrenamiento pero es un primer paso importante. Dejarle claro al cerebro que realmente quieres meterte en situaciones complicadas. No quieres vivir una vida sin esfuerzo porque sabes que hay un premio más allá del dolor.