Hace poco he cumplido los 40 años. Es una edad bonita. Me gustan los números redondos, será por eso… No me ha dado miedo pasar de los 29 a los 30 y tampoco este ha sido diferente. Es más bien todo lo contrario. La edad y con ello la experiencia me han ayudado a desarrollar habilidades que me han hecho crecer como persona.
El autocontrol es algo que he desarrollado pasando de los 19 a los 20. Sobre todo en el instituto me he dejado provocar fácilmente. La falta de capacidad de mantener la cabeza fría es algo que te hace perder muchas oportunidades. Me he dado cuenta que tiene poco sentido tener demasiados enemigos en la vida. Respirar profundamente para oxigenar el cerebro te ayuda tener un pensamiento menos nublado para tomar decisiones más acertadas.
El autoestima es algo que he desarrollado a partir de los 25. Siempre he sido una persona reservada e introvertida (cosa que sigo siendo) pero me estaba dando cuenta cada vez más que eso no me impedía destacar en algunos campos. Soy consciente de mis fortalezas y de mi capacidad de aprendizaje rápido. Esta combinación hace que no me da miedo atacar campos nuevos si tengo un punto de ataque conocido.
Las cosas que merecen la pena no llegan de hoy a mañana. Hay que ir paso a paso. Sobreestimamos la capacidad de lo que puedes hacer en un día pero subestimas las posibilidades de avanzar a lo largo de un año si eres constante y tienes paciencia durante meses y años. La sigo teniendo porque tengo claro que me queda todavía un camino largo por delante. Lo importante también es disfrutar de las vistas mientras tanto.
Estoy convencido que estas habilidades han sido clave para poder vivir una vida bajo mis términos. No quisiera volver a tener 20 años otra vez. Vale, venga, igual para unas horas al mes… 😉
Foto de Adobe Stock