Suena el despertador. ¿Qué es lo primero que se te pasa por la cabeza? El impulso inicial es cerrar los ojos y quedarse 5 minutos más en la cama. Puede que luego sean 10 o 15 pero todavía es demasiado temprano para empezar el día teniendo en cuenta todo lo que te espera.
No hay otra. Hay que mover el culo y superar la debilidad del cuerpo humano para sentir las gotas de agua en tu piel que te hacen sentir vivo otra vez.
Cuando afrontas un día difícil no tienes claro si vas a ser capaz lograr todas tus pequeñas metas. No conoces de antemano los inconvenientes que vas a tener que solucionar. Muchas personas llegadas a este punto se bloquean y no saben por dónde empezar. Pasa el tiempo y todavía no han avanzado por lo que el nivel de estrés sigue subiendo empeorando la situación.
Para desbloquear la situación hay que aceptar en un momento dado que no vas a llegar pero que no pasa nada. Todo tiene solución. Ahora hay que atacar la primera tarea sin distraerse. Acabarla supone un pequeño chute de motivación porque te das cuenta que estás avanzando.
Lo ideal es planificar el día la noche anterior. Hay que visualizar cómo vas atacando una tarea tras otra y finalizándola con éxito. Haz hueco para tus hábitos como el aprendizaje, el deporte y la alimentación sana.
Cada día es un reto. No hay mayor satisfacción que acabar el día en el sofá con la dulce sensación de cansancio físico y mental de haberlo dado todo durante el día. No sientes culpabilidad porque te has esforzado al máximo.
La mejor victoria es vencerse a sí mismo. Día tras día.
Foto de Fotolia | @Photocreo Bednarek