Hay cosas en la vida que no nos cuestan demasiado. Respirar, mirar, hablar, etc. No requieren demasiado esfuerzo y además forman parte de necesidades humanas. Tenemos que entretenernos de alguna forma. Además si dejásemos de respirar nos quedábamos literalmente sin vida.
No siempre todo es agradable. En la vida tenemos tres opciones cuando hay cosas que nos molestan.
Siempre cuando las cosas se ponen un poco más complicadas tiramos primero de los recursos más sencillos que tenemos a nuestra disposición. Hablamos sobre lo que nos molesta. Quejarnos es una especie de vía de escape que no nos soluciona nada pero muchos se sienten mejor.
Esta sensación de alivio únicamente es temporal. Es un poco como comer dulces cuando te sientes triste. Tienes que repetir la acción para mantener un equilibrio artificial entrando en un círculo vicioso que no te lleva a ninguna parte.
Puede llegar un momento donde te das cuenta que estás encerrado en un círculo vicioso. Quejarte no te lleva a ninguna parte por lo que tomas la decisión de aceptar el estatus quo. Cambiar algo da más miedo que seguir con una situación que genera infelicidad. El miedo al cambio es lo que genera inmovilidad en muchos.
Esta opción es la más complicada. Cambio implica dolor. Según la gravedad del asunto se requiere una intervención que a corto plazo nos hace sentir incluso peor. Tiene que pasar algo de tiempo antes de pasar a una fase de recuperación total.
El miedo al cambio es al mismo tiempo su principal freno. Es fácil decir que es inevitable mientras que uno mismo no tenga que recorrer ese camino.
Tienes tres opciones en la vida: quejarte, aceptarlo o cambiarlo. Tú eliges.
Foto de Fotolia | @goir