No soy de aquellos que miran atrás y se ponen a llorar. El post no va de eso. La vida sale como sale. Es lo que hay. Eso no significa que siempre haya cosas que uno hubiera hecho diferente.
Con casi 40 tacos (en noviembre ya irán 39) te pones a reflexionar sobre tu vida. ¿Será la crisis de los 40? No lo sé, llámalo como quieres pero la verdad es que siento estar en una época de mi vida donde analizo más en detalle el camino recorrido hasta ahora y ajusto mejor hacia donde quiero llegar. Ya no hay mucho margen de error. Hay que afinar todo lo posible. Y eso conlleva también reflexionar sobre el pasado para evitar errores en el futuro.
Aquí van las conclusiones que he obtenido en estas últimas semanas.
Hay formas “sencillas” que te permiten dejar trabajar tu dinero por ti. Estos temas con 20 años no eran relevantes para mí. La cuestión es que el dinero nunca ha sido relevante para ti. Cuando tienes una familia de 5 cabezas la perspectiva cambia y las necesidades también.
Si tienes 20 años haz una de las dos cosas. O incluso las 2.
Es un cambio reciente por lo que no puedo decir que es algo que haya conseguido. Como personas y especialmente como emprendedores nos dejamos distraer por cualquier cosa. Perdemos foco de nuestros objetivos porque parece haber mejores alternativas al horizonte. La realidad es que un árbol necesita años e incluso décadas para tener raíces fuertes. Lo mismo se aplica a la vida, a la familia, a empresas, a relaciones, etc. Si no inviertes durante años siempre te vas a quedar a mitad de camino de lo que hubiera podido haber sido.
Soy bueno en montar y arrancar pero no tan bueno en hacer crecer. Mi mayor fallo ha sido la falta de enfoque en pocas cosas. Esto ahora cambiará. Todavía estoy a tiempo. Nunca es tarde hasta que es demasiado tarde… 😉
Mirando atrás te das cuenta que sobre todo en mis inicios era más aparentar que ser. Es el reflejo de la inseguridad y falta de experiencia que tenía con esa edad. Quería aparentar más seguro, más experimentado, con mayor éxito, etc. del que en realidad tenía.
Esto te cierra al final las puertas de aprender de aquellos que te podrían ayudar a no únicamente fingir sino de ser. No era falta de humildad sino inseguridad. Hoy entiendo que admitir que no sabes es el primer paso para aprender. No tiene nada malo. Nadie puede saberlo todo. No es una debilidad sino más bien todo lo contrario. Cuando antes lo entiendas mejor.
Con 60 seguramente podré volver a mirar atrás y escribirle al yo de 40 años. A ver lo que sale. Tengo ganas de vivirlo.
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